Las flores de la primavera salen,como el apasionado dolor del amor no dicho;y con su aliento,vuelve el recuerdo de mis canciones antiguas.Mi corazón, de improvisto,se ha vestido de hojas verdes de deseo.No vino mi amor,pero su contacto está en mi cuerpoy su voz me llega a través de los campos fragantes.Su mirar está en la triste profundidad del cielo,pero ¿Dónde están sus ojos?Sus besos zigzaguean por el aire,pero sus labios, ¿Dónde están?
Personal collection of beauty that inspires me. "Muse, I am maleable to you." mAve
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Thursday, March 22, 2018
Las flores de la primavera... R. Tagore
Wednesday, March 14, 2018
Poema de amor en tres cantos/ Julia de Burgos
Ocaso
¡Cómo suena en mi
alma la idea
de una noche
completa en tus brazos
diluyéndome toda en
caricias
mientras tú te me
das extasiado!
¡Qué infinito el
temblor de miradas
que vvendrá en la
emoción del abrazo,
y qué tierno el
coloquio de besos
que tendré
estremecida en tus labios!
¡Cómo sueño las
horas azules
que me esperan
tendida a tu lado,
sin más luz que la
luz de tus ojos,
sin más lecho que
aquel de tu brazo!
¡Cómo siento mi amor
floreciendo
en la mística voz de
tu canto:
notas tristes y
alegres y hondas
que unirán tu
emoción a tu rapto!
¡Oh la noche regada
de estrellas
que enviará desde
todos sus astros
la más pura armonía
de reflejos
como ofrenda nupcial
a mi tálamo!
II
Media Noche
Se ha callado la
idea turbadora
y me siento en el sí
de tu abrazo,
convertida en un
sordo murmullo
que se interna en mi
alma cantando.
Es la noche una
cinta de estrellas
que una a una a mi
lecho han rodado;
y es mi vida algo
así como un soplo
ensartado de
impulsos paganos.
Mis pequeñas palomas
se salen
de su nido de
anhelos extraños
y caminan su forma
tangible
hacia el cielo ideal
de tus manos.
Un temblor indeciso
de trópico
nos penetra la
alcoba. ¡Entre tanto,
se han besado tu
vida y mi vida…
y las almas se van
acercando!
¡Cómo siento que
estoy en tu carne
cual espiga a la
sombra del astro!
¡Cómo siento que
llego a tu alma
y que allá tú me
estás esperando!
Se han unido, mi
amor, se han unido
nuestras risas más
blancas que el blanco,
y ¡oh milagro! en la
luz de una lágrima
se han besado tu
llanto y mi llanto…
¡Cómo muero las
últimas millas
que me ataban al
tren del pasado!
¡Qué frescura me
mueve a quedarme
en el alba que tú me
has brindado!
III
Alba
¡Oh la noche regada
de estrellas
que envió desde
todos sus astros
la más pura armonía
de reflejos
como ofrenda nupcial
a mi tálamo!
¡Cómo suena en mi
alma la clara
vibración pasional
de mi amado,
que se abrió todo en
surcos inmensos
donde anduve mi
amor, de su brazo!
La ternura de todos
los surcos
se ha quedado
enredando en mis pasos,
y los dulces
instantes vividos
siguen, tenues, en
mi alma soñando…
La emoción que brotó
de su vida
— que fue en mí
manantial desbordado —
ha tomado la ruta
del alba
Ya la noche se fue;
queda el velo
que al recuerdo se
enlaza, apretado,
y nos mira en
estrellas dormidas
desde el cielo en
nosotros rondando…
Ya la noche se fue;
y a las nuevas
emociones del alba
se ha atado.
Todo sabe a
canciones y a frutos,
y hay un niño de
amor en mi mano.
Se ha quedado tu
vida en mi vida
como el alba se
queda en los campos;
y hay mil pájaros
vivos en mi alma
de esta noche de
amor en tres cantos.
A Julia de Burgos / De Julia de burgos
Ya las gentes
murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en
verso doy al mundo
tu yo.
Mienten, Julia de
Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en
mis versos no es tu voz: es mi voz;
porque tú eres
ropaje y la esencia soy yo;
y el más profundo
abismo se tiende entre las dos.
Tú eres fría muñeca
de mentira social,
y yo, viril destello
de la humana verdad.
Tú, miel de
cortesanas hipocresías; yo no;
que en todos mis
poemas desnudo el corazón.
Tú eres como tu
mundo, egoístas; yo no;
que todo me lo juego
a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la
grave señora señorona;
yo no, yo soy la
vida, la fuerza, la mujer.
Tú eres de tu
marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de
todos, porque a todos, a todos,
en mi limpio sentir
y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo
y te pintas; yo no;
a mí me riza el
viento; a mí me pinta el sol.
Tú eres dama caera,
resignada, sumisa,
atada a los
prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante
corriendo desbocado
olfateando
horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no
mandas; a ti todos te mandan;
en ti mandan tu
esposo, tus padres, tus parientes,
el cura, la modista,
el teatro, el casino,
el auto, las
alhajas, el banquete, el champán,
el cielo y el
infierno, y el qué dirán social.
En mí no, que en mí
manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento;
quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de
aristocracia; y yo la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes
todo y a todos se lo debes,
mientras que yo, mi
nada a nadie se la debo.
Tú, clavada al
estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la
cifra del divisor social,
somos el duelo a
muerte que se acerca fatal.
Cuando las
multitudes corran alborotadas
dejando atrás
cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea
de las siete virtudes,
tras los siete
pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra
todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de
ellas con la tea en la mano.
Río grande de Loíza De Julia de Burgos
¡Río Grande de
Loíza!...
Alárgate en mi
espíritu
y deja que mi alma
se pierda en tus riachuelos,
para buscar la
fuente que te robó de niño
y en un ímpetu lo te
devolvió al sendero.
Enróscate en mis
labios y deja que te beba,
para sentirte mío
por un breve momento,
y esconderte del mundo,
y en ti mismo esconderte,
y oir voces de asombro,
en la boca del viento.
Apéate un instante
del lomo de la tierra,
y busca de mis
ansias el íntimo secreto;
confúndeme en el
vuelo de mi ave fantasía,
y déjame una rosa de
agua en mis ensueños.
¡Río Grande de
Loiza!..
Mi manantial, mi
río,
desde que alzóse al
mundo el pétalo materno;
contigo se bajaron
desde las rudas cuestas
a buscar nuevos
surcos, mis pálidos anhelos;
y mi niñez fue toda
un poema en el río,
y un río en el poema
de mis primeros sueños.
Lleg6 la adolescencia.
Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
y fui tuya mil
veces, y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿Adónde te llevaste
las aguas que bañaron
mis formas,en espiga
del sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué
remoto país mediterráneo
alguien fauno en la
playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué
aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando
para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada
de morder corazones,
me estaré congelando
en cristales de hielo!
¡Río Grande de
Loíza! Azul, Moreno, Rojo.
Espejo azul, caído
pedazo azul del cielo;
desnuda carne blanca
que se te vuelve negra
cada vez que la
noche se te mete en el lecho;
roja franja de
sangre, cuando baja la lluvia
a torrentes su barro
te vomitan los cerros.
Río hombre, pero
hombre con pureza de río,
porque das tu azul
alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío.
Río hombre.
Único hombre que ha
besado en mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río Grande de
Loiza!... Río grande.
Llanto grande. El
más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más
grande el que de mi se sale
por los ojos del
alma para mi esclavo pueblo.
Poema del Renunciamiento De José Ángel Buesa
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar,
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
—el tormento infinito que te debo ocultar—,
te diré sonriente: «No es nada... Ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar,
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
—el tormento infinito que te debo ocultar—,
te diré sonriente: «No es nada... Ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
Poema de la culpa De José Ángel Buesa
Yo la amé, y era de otro, qué también la quería.
Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo,
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo,
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tú, que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío.
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro, que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor. Pero hay cosas sin dueño:
Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa,
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor... ¡ni yo tampoco!
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella,
y me diste los ojos para mirarla a ella.
Toda la culpa es tuya, pues me hiciste cobarde
para matar un sueño porque llegaba tarde.
Sí. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar,
y si es culpable un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería un pecado mayor si no la amara.
Y, por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
¡tú también la amarías, si pudieras ser hombre!
Tuesday, March 13, 2018
Poema de la Despedida por José Ángel Buesa
Te digo adiós y, acaso, te quiero todavía,
quizás no he olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste, no sé si te quería,
o tal vez, nos quisimos demasiado, los dos.
Ese cariño triste, apasionado y loco,
me lo sembré en el alma, para quererte a ti.
No sé si te amé mucho, no sé si te amé poco,
pero si sé que nunca volveré a amar así.
Te digo adiós y, acaso, con esta despedida
mis hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós, para toda la vida
aunque toda la vida siga pensando en ti.
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